Comúnmente conocido como trasplante de médula ósea, trasplante de células madre o TCH
Un trasplante de células hematopoyéticas es un procedimiento médico que se utiliza para tratar distintas enfermedades, incluido el cáncer infantil. Reemplaza las células que forman la sangre (hematopoyéticas) que hayan sido dañadas o destruidas con células saludables que forman la sangre.
Dado que la principal fuente de células que forman la sangre es la médula ósea, el procedimiento ha recibido tradicionalmente el nombre de trasplante de médula ósea. A medida que se han hecho avances, el término trasplante de células hematopoyéticas ha ganado popularidad. Con frecuencia, estos términos se usan indistintamente. Algunas personas también pueden referirse al proceso como trasplante de células madre.
Un trasplante puede tratar con éxito ciertos cánceres infantiles, pero puede tener efectos secundarios y efectos tardíos graves. Es una opción que debe considerarse con mucho cuidado. Realizarse un trasplante no es un proceso sencillo. Es física y emocionalmente agotador, tanto para el paciente como para los cuidadores familiares. Pero hay muchas personas en el equipo de atención para trasplantes para brindar apoyo a los pacientes y las familias durante el proceso. Muchos niños y adolescentes que han recibido trasplantes viven ahora vidas activas y libres de cáncer.
La médula ósea es un material suave y esponjoso que se encuentra en el centro de la mayoría de los huesos del cuerpo. Un gran número de células que forman la sangre (hematopoyéticas) se aloja en la médula ósea.
Las células hematopoyéticas son las progenitoras de todas las demás células de la sangre. Al madurar, se convierten en células que, eventualmente, se transforman en alguna de las siguientes células:
La médula ósea funciona como una fábrica de células sanguíneas, y produce constantemente nuevas células hematopoyéticas para que los glóbulos rojos, los glóbulos blancos y las plaquetas que circulan por la sangre puedan hacer su trabajo.
Todos los glóbulos rojos y las plaquetas se fabrican en la médula ósea, junto con cerca del 70 % de los glóbulos blancos. (El 30 % restante es producto del bazo, los ganglios linfáticos y la glándula timo).
También se pueden encontrar cantidades muy pequeñas de células hematopoyéticas en la sangre periférica (en circulación). La sangre de cordón umbilical también es una fuente de células que forman la sangre.
El objetivo del trasplante es el siguiente:
En los casos de cáncer pediátrico, el trasplante se utiliza principalmente como tratamiento para la leucemia, generalmente cuando el tratamiento estándar contra el cáncer ha fallado. La leucemia, un cáncer de la sangre y de la médula ósea, hace que el cuerpo produzca glóbulos blancos defectuosos, lo que hace que el paciente se sienta muy enfermo.
Los trasplantes también se utilizan para tratar otros cánceres. Algunos ejemplos son el neuroblastoma, el mieloma múltiple, el sarcoma de Ewing recurrente y el tumor de Wilms recurrente.
Los trasplantes también se pueden utilizar para tratar pacientes cuyos cánceres involucran tumores en el tejido blando o en el cerebro que necesitan dosis de quimioterapia o radiación muy altas para tratar su enfermedad.
Existen básicamente dos tipos de trasplantes:
Un trasplante es un procedimiento médico físicamente demandante. El equipo médico primero determina si el paciente es un candidato apropiado tomando en cuenta lo siguiente:
Para determinar si el paciente es capaz de tolerar un trasplante, se le harán estudios del corazón, los pulmones, los riñones y otros órganos vitales. En la mayoría de los casos, estos estudios incluyen los siguientes:
Si no tienen una ya, los pacientes recibirán una vía central para evitar los pinchazos constantes con la aguja.
Las familias de los pacientes también tendrán una reunión con un trabajador social o un psicólogo para hablar sobre la salud emocional, además de un asesor financiero para ayudarlos con las aprobaciones del seguro y los problemas financieros.
El equipo de trasplantes del hospital coordinará la búsqueda del donante. En la mayoría de los casos, dado que las células hematopoyéticas del paciente y del donante deben tener marcadores genéticos similares, la primera opción es un hermano que tenga los mismos padres biológicos. Estos marcadores son proteínas llamadas antígenos leucocitarios humanos (human leukocyte antigens, HLA). Para determinar si hay o no compatibilidad HLA se necesita una prueba de HLA, la cual involucra la toma de una muestra de sangre del paciente y del posible donante. En algunos casos, se puede tomar una muestra de la mejilla con un hisopo para esta prueba. Luego, las células se envían a un laboratorio para hacer pruebas.
Dado que estos marcadores genéticos se heredan de los padres, es muy probable que la persona más compatible sea un hermano o hermana. Si el paciente y su hermano tienen los mismos padres biológicos, cada hermano y hermana tiene un 25 % de probabilidades de presentar compatibilidad HLA con el paciente. Por esto, cerca del 70 % de los pacientes no tendrá un hermano donante disponible.
Si ningún hermano es compatible, el equipo de atención médica buscará un donante no emparentado o una unidad de sangre de cordón umbilical (si el centro de trasplantes realiza trasplantes de sangre de cordón umbilical), mediante el Registro Be the Match® del Programa Nacional de Donantes de Médula (National Marrow Donor Program). Alrededor del 30 % de los pacientes encuentran un donante no emparentado compatible.
Si no es posible encontrar un donante completamente compatible, es posible que el médico sugiera utilizar un donante no del todo compatible, que es un donante cuya compatibilidad HLA es parcial, pero no total. Los trasplantes de donantes que no son no del todo compatibles son bastante comunes, y muchas veces son exitosos.
En algunos casos, para los pacientes que no pueden encontrar un donante apropiado cuya compatibilidad sea aproximada, es posible utilizar médula ósea o células hematopoyéticas periféricas de un familiar cuya compatibilidad "sea parcial". Este tipo de trasplante se llama trasplante de médula ósea haploidéntico (con compatibilidad parcial).
Los donantes también deben estar médicamente aptos para cumplir su función de donantes. El centro de donantes, mediante Be the Match, le hará pruebas de detección al posible donante para descartar algunas afecciones de salud como las siguientes:
Las células que forman la sangre se pueden recolectar de la médula ósea, la sangre periférica (en circulación) y la sangre de cordones umbilicales donados. Este proceso se llama extracción.
Muchos pacientes piensan que un trasplante es un procedimiento quirúrgico complicado, pero el trasplante en sí es un proceso relativamente sencillo. Es muy parecido a una transfusión de sangre. Las células del donante se encuentran en una bolsa o en una jeringa que está conectada a la vía central del paciente mediante un tubo. Solo tarda entre unos pocos minutos y unas pocas horas, y no duele.
Luego de ingresar en el torrente sanguíneo, las células hematopoyéticas viajan hasta la médula ósea, en donde comienzan a dividirse y se convierten en glóbulos blancos, glóbulos rojos y plaquetas, en un proceso conocido como incorporación del injerto. En la mayoría de los casos, la incorporación del injerto sucede en un período de entre 2 y 4 semanas (o más, si la fuente fue un cordón umbilical). La recuperación completa del sistema inmunitario puede llevar varios meses para el trasplante autólogo (con las células del propio paciente), hasta entre 6 meses y un año para el trasplante alógeno (con las células de un donante no emparentado).
Los médicos evalúan los resultados de varios análisis de sangre para confirmar que se estén produciendo nuevas células sanguíneas (incorporación del injerto) y que el cáncer no haya vuelto. Luego del trasplante, a los pacientes se les extrae sangre todos los días para analizarla en el laboratorio. Los médicos harán un recuento de los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas del cuerpo. Dado que se cuentan todos los días, los médicos y los pacientes pueden llevar un control del progreso. Debido a que todas las personas son diferentes, la incorporación del injerto puede llevar más o menos tiempo. En la mayoría de los casos, lleva entre dos semanas y un mes. Los glóbulos blancos son los primeros en incorporarse, seguidos de los glóbulos rojos y luego las plaquetas. Es posible que los pacientes necesiten trasfusiones de glóbulos rojos y plaquetas para mantener el recuento dentro de valores seguros mientras esperan a que se produzca la incorporación del injerto.
La aspiración de médula ósea (la extracción de una pequeña muestra de médula ósea mediante una aguja para examinarla con un microscopio) también puede ayudar a los médicos a determinar qué tan bien están funcionando las nuevas células que forman la sangre, y si el cáncer está en remisión.
El sistema inmunitario de los pacientes sigue debilitado cuando abandonan la unidad de trasplantes, por lo que tendrán dificultades para combatir infecciones. Algunas de estas infecciones pueden poner en peligro la vida. Una vez dados de alta, los pacientes necesitarán un cuidador en casa con ellos hasta que su sistema inmunitario regrese a la normalidad, un proceso que puede tomar desde unos cuantos meses a un año.
Si el cuidador principal del paciente cambiará, dígaselo al personal de trasplante de la clínica inmediatamente. Es bueno planificar el cambio con anticipación. Cada cuidador debe recibir entrenamiento de un miembro del personal de trasplante.
Las dos afecciones que producen los efectos secundarios y efectos tardíos más graves son el rechazo del injerto y la enfermedad de injerto contra huésped (EICH).
Los cuidadores deben llamar al médico local del paciente o al médico o enfermero de atención primaria de la unidad de trasplantes inmediatamente si el paciente presenta uno o más de los siguientes síntomas:
Debido a los efectos secundarios físicos y a la separación de la familia, los amigos y las rutinas normales, los padres pueden experimentar periodos de tristeza o depresión. Es normal sentirse triste por un día o dos, pero si los sentimientos duran más tiempo, los pacientes deben hablarlo con un miembro de su equipo de atención. Este puede ser el médico o un enfermero o quizás el trabajador social, capellán, psicólogo o especialista en vida infantil.
Algunas de las complicaciones asociadas con los trasplantes se conocen como efectos tardíos, porque no son aparentes hasta luego de varios meses o incluso varios años después de finalizar el tratamiento. La mayoría se soluciona con el tiempo, pero otros son permanentes y necesitan atención a largo plazo.
Los efectos tardíos del trasplante pueden incluir los siguientes:
Ninguna persona presenta todos estos problemas. El riesgo de desarrollar problemas luego del trasplante dependerá de la enfermedad, el tipo de trasplante recibido, la edad y los antecedentes de tratamientos previos. Muchas de las complicaciones se pueden prevenir con los estudios adecuados y tomando medidas preventivas. Las citas regulares con el médico son muy importantes.
Se observa a los pacientes durante un largo tiempo luego del trasplante para determinar si hay efectos secundarios. Los pacientes que se sometieron a una irradiación corporal total para prepararse para el trasplante tienen riesgo de presentar problemas endócrinos (glandulares) que incluyen hipotiroidismo, insuficiencia de las glándulas suprarrenales o insuficiencia de las hormonas de crecimiento. Es importante registrar la altura y el peso del paciente con regularidad y, de ser necesario, que lo monitoree un endocrinólogo.
En algunos casos, el cáncer puede regresar luego del trasplante (recaída). Las recaídas son más comunes durante el primer año luego del trasplante y el riesgo disminuye a medida que pasa el tiempo. El equipo de trasplantes continuará con la atención del paciente y hablará con él sobre otras opciones de tratamiento. Estas pueden incluir ensayos clínicos u otro trasplante.
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Revisado: Junio de 2018