La neuropatía periférica inducida por la quimioterapia es un tipo de daño a los nervios que a veces ocurre como efecto secundario de la quimioterapia. Los síntomas incluyen dolor, entumecimiento u hormigueo en las manos o los pies. Al aumentar el daño a los nervios, los músculos de los pies o las manos se pueden debilitar. Los niños pueden caminar diferente al no poder levantar la parte frontal del pie, una afección llamada “pie caído”. Por lo general, la neuropatía periférica mejora después de finalizar la quimioterapia, ya que los nervios pueden curarse. Sin embargo, es posible que los síntomas no desaparezcan por completo y, a veces, pueden desarrollarse nuevos síntomas como efectos tardíos de la terapia.
Existen maneras de abordar la neuropatía periférica. Un médico puede recetar un medicamento para ayudar con el dolor. La fisioterapia y la terapia ocupacional también pueden ayudar a los pacientes a manejar las limitaciones físicas causadas por el dolor, la pérdida de sensibilidad y la debilidad muscular.
Los síntomas específicos de la neuropatía periférica dependen del tipo y la gravedad del daño a los nervios. Los síntomas pueden ser:
Los problemas suelen comenzar en los extremos de los nervios, en la parte más alejada de la médula espinal. Es por ello que las manos y los pies suelen ser los más afectados. De forma similar, la debilidad suele ocurrir en las piernas antes que en los brazos.
Los nervios periféricos transportan señales desde el cerebro hasta las diferentes partes del cuerpo y viceversa. Estas señales pueden tener diferentes funciones, entre ellas motrices (movimiento), sensoriales (dolor, tacto) o autónomas (presión arterial, temperatura).
Los medicamentos de la quimioterapia pueden dañar estos nervios. Los medicamentos que presentan el mayor riesgo en el cáncer infantil incluyen los siguientes:
Las dosis altas y las combinaciones de medicamentos pueden aumentar la probabilidad de sufrir neuropatía. Los niños más pequeños son particularmente propensos debido a que sus sistemas nerviosos aún están en desarrollo. La radioterapia y las afecciones médicas como la diabetes también pueden provocar daños a los nervios y aumentar el riesgo de sufrir neuropatía periférica con la quimioterapia.
Por lo general, la evaluación de la neuropatía periférica considera lo siguiente:
Los pacientes con síntomas de neuropatía periférica pueden ser remitidos a un neurólogo para realizarles pruebas adicionales. Un examen neurológico incluye pruebas que miden los reflejos, la sensibilidad y las señales nerviosas (conducción). Basándose en esta información, los médicos pueden usar una escala de valoración para asignarle un grado, o una medida de gravedad, al daño a los nervios.
Un fisioterapeuta también puede realizar un examen para evaluar lo siguiente:
La información del paciente, la familia y los miembros del equipo de atención médica ayuda a decidir los pasos a seguir.
Los médicos planifican la quimioterapia y el cuidado médico de apoyo para disminuir el riesgo de daño a los nervios en la medida de lo posible, sin dejar de tratar eficazmente el cáncer. Los investigadores están estudiando medicamentos e intervenciones que podrían usarse para ayudar a proteger los nervios de los efectos tóxicos de la quimioterapia. Cuando es posible, los médicos tratan de limitar la dosis de medicamentos, planifican períodos de descanso o evitan combinaciones de terapias que aumentan el riesgo de sufrir neuropatía.
El tratamiento actual de la neuropatía periférica se centra en el abordaje de los síntomas. Las estrategias pueden incluir las siguientes:
La debilidad muscular, los cambios en la forma de andar y la mala alineación de las articulaciones pueden causar problemas de salud a largo plazo para los sobrevivientes de cáncer pediátrico. Cuando las articulaciones y los músculos no funcionan correctamente, las rodillas, la cadera y la columna vertebral pueden dañarse con el paso del tiempo. Esto causa dolor y pérdida de la función, y puede aumentar el riesgo de caídas. El dolor y la movilidad reducida pueden afectar el trabajo y la vida en familia. Con frecuencia, la neuropatía periférica conlleva bajos niveles de actividad física, lo que contribuye a otros problemas de salud.
Para los sobrevivientes del cáncer infantil, el abordaje de la neuropatía periférica y el monitoreo regular de los síntomas es importante para la salud y la calidad de vida permanente.
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Revisado: Agosto de 2018