En comparación con los adultos, los nódulos de la tiroides son mucho menos comunes en niños y adolescentes. Sin embargo, hay mayor probabilidad de que los nódulos en la tiroides durante la niñez sean malignos. En algunos casos, el cáncer de tiroides pediátrico puede haberse diseminado hacia los ganglios linfáticos cercanos y a sitios distantes (pulmón) al momento del diagnóstico. También es más probable que recurra. A pesar de la mayor tendencia a la diseminación en niños en comparación con los adultos, el cáncer diferenciado de tiroides tiene un excelente resultado, con una tasa de supervivencia que supera el 95 %.
La mayoría de los cánceres de tiroides en los niños son cánceres diferenciados de tiroides (CDT), que se originan en las células foliculares de la glándula tiroides. Existen dos tipos de cáncer diferenciado de tiroides: papilar y folicular. Aproximadamente, el 90 % de los cánceres diferenciados de tiroides pediátricos corresponden al cáncer papilar de tiroides.
A menudo, el cáncer papilar de tiroides presenta más de un nódulo e involucra a ambos lóbulos de la tiroides (bilateral). En muchos casos, se ha diseminado fuera de la tiroides hacia los ganglios linfáticos regionales (cervicales) al momento del diagnóstico. En general, el cáncer folicular de tiroides está localizado en el cuello, pero es más probable que se disemine hacia los pulmones y huesos.
Los carcinomas diferenciados de tiroides son ávidos de yodo. Esto significa que absorben yodo. Esta característica es importante para el examen de detección y tratamiento con yodo radioactivo.
El cáncer diferenciado de tiroides ocurre con más frecuencia en niños más grandes y adolescentes. Los adolescentes tienen 10 veces más probabilidades de tener cáncer de tiroides en comparación con los niños más pequeños. Estos cánceres son más comunes en las mujeres que en los hombres. Algunos factores genéticos pueden aumentar el riesgo, y la tendencia a presentar cáncer de tiroides y otros cánceres puede transmitirse en las familias. A menudo, los niños con cáncer diferenciado de tiroides tienen reordenamientos genéticos del gen RET.
Síndrome genético |
Gen |
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Poliposis adenomatosa familiar (PAF) |
APC |
Síndrome tumoral hamartomatoso asociado al gen PTEN |
PTEN |
Síndrome de DICER1 |
DICER1 |
Complejo de Carney |
PRKAR1A |
Los pacientes que reciben tratamiento con radiación como terapia médica tienen más riesgo de presentar cáncer de tiroides. La exposición ambiental a la radiación, como la radioactividad producto de desastres nucleares, también aumenta el riesgo. Las dosis más altas de radiación y una edad menor durante la exposición se relacionan con un mayor riesgo.
El signo principal del cáncer de tiroides es un nódulo, o bulto, en la glándula tiroides. A veces, los ganglios linfáticos del cuello parecen estar inflamados. En casos poco frecuentes, los síntomas pueden incluir dificultad para respirar, dificultad o dolor al tragar, o ronquera.
Sin embargo, el cáncer de tiroides a menudo no provoca ningún síntoma y puede que se encuentre durante un examen de rutina.
El estadio, o la extensión de la enfermedad, depende de si el cáncer se ha diseminado. El estadio del cáncer de tiroides se basa en las características de los nódulos tiroideos como también de la diseminación de la enfermedad a los ganglios linfáticos y otras partes del cuerpo (pulmones).
Los pacientes cuya enfermedad no se ha diseminado fuera del cuello se consideran pacientes en Estadio I.
Los pacientes cuya enfermedad se ha diseminado a sitios distantes fuera del cuello se consideran pacientes en Estadio II.
Se utiliza la estadificación posquirúrgica para clasificar a los pacientes en grupos de riesgo. Para todos los pacientes pediátricos con cáncer de tiroides, el riesgo de muerte es muy bajo. Sin embargo, algunos pacientes pueden tener un riesgo más alto de que la enfermedad continúe o se disemine (metástasis) después de la cirugía.
Riesgo | Diseminación de la enfermedad |
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Bajo riesgo | El cáncer se encuentra solo en la glándula tiroides y presenta poca o ninguna diseminación hacia los ganglios linfáticos. |
Riesgo intermedio | Existe cierto grado de diseminación del cáncer hacia los ganglios linfáticos cercanos. |
Riesgo alto | Diseminación significativa del cáncer hacia los ganglios linfáticos cercanos, con invasión de tejidos fuera de la tiroides, o diseminación distante (a los pulmones). |
El cáncer de tiroides tiene una tasa de supervivencia superior al 95 % en pacientes pediátricos. La recurrencia es más probable en niños menores de 10 años y en pacientes que tienen los ganglios linfáticos regionales afectados al momento del diagnóstico. Sin embargo, incluso con el riesgo de recurrencia, la probabilidad de supervivencia es muy buena.
Los factores que influyen en el pronóstico incluyen los siguientes:
La atención por parte de un equipo pediátrico multidisciplinario es importante para administrar la evaluación, el tratamiento y el monitoreo a largo plazo de los pacientes con cáncer de tiroides pediátrico. Las decisiones respecto de la atención se centran en equilibrar el riesgo de que la enfermedad continúe y el daño debido a los efectos secundarios del tratamiento. Dado el riesgo de recurrencia y otras consideraciones (p. ej., funcionamiento hormonal y predisposición genética) es necesario realizar un seguimiento continuo de todos los pacientes.
Los pacientes que recibieron tratamiento para el cáncer de tiroides necesitan monitoreo de recurrencia y atención de seguimiento de por vida a cargo de un equipo médico interdisciplinario. Las recomendaciones específicas en cuanto a la frecuencia y los tipos de pruebas difieren dependiendo de las necesidades del paciente y el tipo y estadio del cáncer de tiroides.
En el cáncer diferenciado de tiroides, los niveles de tiroglobulina pueden servir como marcadores tumorales para ayudar en el monitoreo. Algunas consideraciones adicionales incluyen el soporte para el cumplimiento de la toma de medicamentos como la terapia de reemplazo hormonal de la tiroides y la supresión de la TSH.
Aspectos clave de la atención a largo plazo:
La recurrencia del cáncer de tiroides puede producirse muchos años después del tratamiento. El monitoreo continuo puede ayudar a la detección temprana de las recurrencias tardías.
Los pacientes pueden beneficiarse del soporte psicosocial durante el tratamiento y la supervivencia. Los miembros del equipo de atención médica que hacen parte de las áreas de psicología, vida infantil, trabajo social y otras disciplinas pueden ayudar a sobreponerse y cumplir con los tratamientos que pueden afectar la calidad de vida. Algunos problemas incluyen la adaptación al consumo diario de medicamentos, las inquietudes acerca del aspecto del cuerpo debido a las cicatrices de la cirugía y otras necesidades de adaptación.
Además, es posible que los pacientes necesiten fisioterapia después de la cirugía para ayudar a la movilidad del cuello y el rango de movimiento.
Adaptarse al diagnóstico de cáncer de tiroides puede ser complicado para las familias. Aunque generalmente el pronóstico es muy bueno, la enfermedad requiere de tratamiento de por vida con medicamentos y monitoreo. Las necesidades de soporte pueden aumentar durante las transiciones de la vida, como la adolescencia y la adultez temprana, a medida que los pacientes se van independizando. Además, los desafíos para la adaptación pueden ser mayores en pacientes que presentan cáncer de tiroides como un segundo cáncer.
Se debe realizar un seguimiento de los pacientes que reciben un tratamiento con yodo radioactivo para vigilar los posibles efectos tardíos y a largo plazo del tratamiento. Las consideraciones especiales incluyen las siguientes:
Por su salud en general y para prevenir enfermedades, todos los sobrevivientes del cáncer deben adoptar estilos de vida y hábitos alimenticios saludables, así como también continuar realizándose controles y exámenes físicos regulares con un médico general. Los sobrevivientes deben analizar sus antecedentes médicos con los proveedores de atención médica, incluyendo todos los tratamientos oncológicos.
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Revisado: Junio de 2018