Cuando su hijo(a) es demasiado(a) pequeño(a) para decirle cómo se siente, puede ser difícil para usted como padre. Si su bebé o niño pequeño tiene una enfermedad grave, la comunicación es muy difícil.
El funcionamiento reflexivo, o la crianza reflexiva, es el acto de reflexionar o imaginar los pensamientos y sentimientos de su hijo(a). Cuando nota ciertas acciones o comportamientos, se pregunta qué pensamientos o sentimientos condujeron a esas acciones. Luego, transforma su pensamiento en palabras al hablar con su hijo(a).
El funcionamiento reflexivo es una herramienta que puede apoyar a los padres. Puede ayudar a los niños a sentirse más seguros. Y es posible que ya lo esté haciendo.
Ver a su hijo(a) someterse a un tratamiento para una enfermedad grave puede hacer que se sienta impotente. Pero hay muchas cosas que puede hacer. A través de sus palabras y acciones, puede ayudar a su hijo(a) a dar sentido a sus pensamientos, sentimientos y acciones. Puede hacerlos sentir más seguros, comprendidos y conectados. Esto ayuda a garantizar que su hijo(a) tenga un desarrollo social y emocional saludable.
Para practicar sus habilidades reflexivas haga lo siguiente:
La interacción con su hijo(a) es la parte más importante. No importa si sus pensamientos son correctos. Responda según sus propias ideas acerca de cómo su hijo(a) puede sentirse o pensar. Puede ser útil expresar sus ideas como una expresión que se pregunte acerca de lo que usted cree que su hijo(a) podría sentir o pensar. Por ejemplo, puede expresar lo siguiente: “Me pregunto si estás cansado”.
Imagine que se está preparando para llevar a su hijo(a) de 2 años al hospital. Es el día de tratamiento. Tiene un largo viaje en auto al hospital. Su hijo(a) se niega a subirse al auto. Se pregunta si podría deberse a que los días de tratamiento siempre hacen que se enfade. O podría ser porque tiene que dejar de jugar con sus bloques favoritos durante el trayecto en auto.
Usted dice lo siguiente: “Me pregunto si estás de mal humor porque es el día de tratamiento”.
Su hijo(a) parece apartarse, como si no escuchara lo que dijo. Sigue construyendo con los bloques.
Usted dice lo siguiente: “O tal vez es difícil dejar de jugar con tus bloques favoritos”.
Su hijo(a) dice: “Jugar. Bloques. ¡Jugar!” y continúa construyendo con los bloques.
Usted dice lo siguiente: “Es difícil dejar de jugar. Pondré un temporizador de 2 minutos. Luego, pondremos los bloques en un lugar especial hasta que lleguemos a casa”.
Su hijo(a) continúa construyendo hasta que el temporizador suena. Luego usted dice: “El temporizador sonó. Pongamos los bloques en su lugar especial”.
Su hijo comienza lentamente a recoger los bloques. Le dice a su hijo(a) que está haciendo un buen trabajo y le permite elegir dónde colocar la caja de bloques. Luego, tan pronto como su hijo(a) se abroche el cinturón de seguridad, usted le dice: “Estoy muy orgulloso de que estés sentado en el auto”.
En este ejemplo, conectó las acciones de su hijo(a) con sus pensamientos y sentimientos de las siguientes maneras:
Las acciones y sentimientos de su hijo(a) | Cómo reflexionó sobre el posible significado de las acciones |
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Su hijo(a) se negó a dejar de jugar para subirse al auto. |
Se preguntó en voz alta si ir al hospital hace que sienta ansiedad. |
Su hijo(a) ignoró este comentario y siguió jugando, pero escuchó que usted piensa en cómo se siente. Esto le demostró que sus sentimientos importan. |
Sabía que los bloques eran el juguete favorito de su hijo(a). Se preguntó en voz alta si es difícil dejar de jugar con ellos. Usted notó que se sentía triste y frustrado porque el tratamiento interrumpía el juego de su hijo(a). También es posible que se haya sentido culpable de que los primeros años de su hijo(a) sean tan diferentes a la infancia de sus hermanos. |
Su hijo(a) confirmó que era difícil dejar de jugar diciendo “bloques” y “jugar”. | Usted reconoció que es difícil. |
Su hijo(a) se sintió comprendido. |
Le dio tiempo a su hijo(a) para prepararse para ir al auto con la advertencia de 2 minutos. |
Si su hijo(a) no había guardado los bloques cuando sonó el temporizador, podría haberle dicho con calma lo siguiente: “Puedes elegir dónde guardar los bloques o los pondré en la mesa”.
Si su hijo(a) ha comenzado a hablar, usted podría haber puesto los bloques en la mesa con calma y decir lo siguiente: “Es difícil hacer cosas que no queremos hacer, pero es hora de irnos. Puedes caminar hasta el auto o te llevo”.
En este ejemplo, usted estaba consciente de sus propios sentimientos (frustración o incluso culpa de que necesita ir a otra cita), así como de los sentimientos de su hijo(a). El uso de habilidades reflexivas significa ser consciente no solo de los pensamientos y sentimientos de su hijo(a), sino también de los suyos.
Es el día de la visita al médico. Usted está recogiendo a su hijo(a) del preescolar para ir a la cita. Se dirige a la oficina de la escuela y pregunta si su hijo(a) está listo(a). Después del llamado(a), su hijo(a) no llega a la oficina por 10 minutos. Después de llegar al auto, su hijo(a) se enoja y dice: “¡No quiero irme!”
¿Qué debe hacer?
Respuesta de ejemplo: “Es difícil dejar a tus amigos. Puedes volver a verlos mañana. Pero sé que aun así es difícil”. O podría decirle: “Me pregunto si le tienes miedo al médico. A veces me preocupo cuando veo nuevos médicos. Pero estaré contigo todo el tiempo”.
Ayer su hijo(a) terminó el primer ciclo del tratamiento. Esto hizo que sintiera náuseas. Esta mañana vomitó algunas veces. Y esta tarde comenzó a arrojar algunos de sus juguetes favoritos. ¿Qué debe hacer?
Respuesta de ejemplo: “Creo que estás molesto porque no te sientes bien hoy. No pasa nada por estar enfadado. Pero los juguetes son para jugar. Si arrojas otro juguete, te lo quitaré. Quizás podemos enseñarle a tu oso a realizar respiraciones abdominales juntos. O podríamos ver una película”.
A través de sus palabras y acciones, puede ayudar a su hijo(a) a entender sus acciones, que son el resultado de lo que piensa y siente.
Las habilidades de reflexión nos ayudan a comunicarnos con los demás. Es natural tratar de comprendernos entre sí y entender cómo nos comportamos. Si su hijo(a) se toca la boca o golpea una cuchara contra su silla alta, lo primero que piensa es lo que quiere: comida. Por lo tanto, ya está predispuesto a buscar las razones detrás de los comportamientos.
Las habilidades de reflexión nos ayudan en las relaciones sociales. Cuanto más podamos comprender los pensamientos y sentimientos, tendremos más posibilidades de tener relaciones productivas y duraderas. No solo podemos conectarnos mejor con los demás, sino que también nos sentimos como personas independientes y distintas.
El uso del funcionamiento reflexivo puede ayudar a su hijo(a) en las primeras etapas de su infancia. Establecer estas conexiones a una edad temprana ayuda a su hijo(a) a desarrollar habilidades sociales y emocionales. Incluso un bebé de 3 meses aprende sobre los pensamientos y sentimientos mirando a sus cuidadores.
Los cuidadores que practican habilidades de reflexión:
A todos, desde bebés hasta adultos, nos gusta que nos entiendan. Reconocer los pensamientos, sentimientos y acciones de su hijo(a) ayuda a que se sienta conectado y escuchado. Cuando se siente conectado, también se siente más seguro.
Esta confianza le permite desarrollarse en otras áreas. Podrá ser más capaz de aprender, asumir riesgos para la salud y confiar en el mundo que lo rodea, incluidos los proveedores de atención médica. El funcionamiento reflexivo también fortalece la conexión entre usted y su hijo(a).
Puede utilizar sus habilidades de reflexión en cualquier momento, desde interacciones cotidianas hasta visitas clínicas ambulatorias o internaciones hospitalarias. Estas habilidades le dan el poder de ayudar a su hijo(a) a sentirse seguro(a) y conectado(a) durante un momento en el que las cosas están fuera de su control.
Establecer límites y ser consistente también ayuda a los niños pequeños a sentirse seguros.
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Revisado: Enero del 2024