El glioma pontino intrínseco difuso (GPID) también se denomina de las siguientes maneras: glioma difuso de la línea media, H3 K27M-mutante, glioma del tronco encefálico, glioma pontino, astrocitoma difuso (infiltrante)
El glioma pontino intrínseco difuso, o GPID, es un tumor cerebral agresivo que comienza en un área del tronco encefálico llamada protuberancia anular. La protuberancia anular es responsable de las funciones vitales, entre ellas el equilibrio, la respiración, el control de la vejiga, el ritmo cardíaco y la presión arterial. Los nervios que controlan la visión, la audición, el habla, la deglución y el movimiento también atraviesan esta región del cerebro.
Los tumores del tronco encefálico representan entre el 10 % y el 20 % de los tumores cerebrales pediátricos. De los tumores del tronco encefálico, la mayoría (80 %) son GPID. Los astrocitomas de grado bajo representan el 20 % de los tumores del tronco encefálico. En los Estados Unidos, hay entre 200 y 300 nuevos casos de GPID cada año. Este tumor se presenta con mayor frecuencia en niños de entre 5 y 10 años, pero a veces puede presentarse en niños más pequeños y en adolescentes. Es poco común ver el GPID en adultos.
El GPID se forma a partir de células gliales que forman el tejido de soporte del cerebro. Es un tumor difuso , lo que significa que el tumor no está bien contenido. El tumor se extiende en proyecciones con forma de dedo hacia el tejido sano. Debido a la ubicación y a la naturaleza infiltrante del tumor, no se puede realizar cirugía para extirpar de manera segura los tumores GPID.
El GPID es muy difícil de tratar. La mayoría de los niños no sobreviven más de 2 años luego del diagnóstico. Actualmente, el tratamiento principal para el GPID es la radioterapia. A pesar de que esto mejora los síntomas temporalmente en la mayoría de los pacientes, no es un tratamiento curativo. Las familias pueden considerar ensayos clínicos que prueban nuevos tratamientos para ver si se pueden mejorar los resultados.
Estos tumores crecen rápidamente y por lo general los síntomas se desarrollan en un periodo corto (promedio de 1 mes). El inicio es rápido y los problemas evolucionan con rapidez. Entre los síntomas del GPID se pueden incluir los siguientes:
Entre los síntomas menos frecuentes se pueden incluir:
Los médicos realizan varias pruebas para detectar el GPID. Estas pruebas incluyen las siguientes:
Los médicos buscan características clave del tumor en la IRM para diagnosticar el GPID:
Función de la biopsia en el diagnóstico del GPID:
Generalmente, no se recomienda la biopsia para diagnosticar el GPID en los Estados Unidos. Los motivos para no realizar una biopsia incluyen:
Sin embargo, con los avances recientes en el conocimiento de la biología del GPID y de la terapia dirigida a nivel molecular, se está explorando actualmente el uso de la biopsia y del diagnóstico histológico del GPID en centros seleccionados en los Estados Unidos. Si se realiza la biopsia, un patólogo analizará la muestra de tejido con un microscopio para identificar el tipo específico y grado del tumor, y se puede realizar un análisis de los cambios genéticos del tumor.
No hay un sistema de estadificación estándar para el GPID. Las recomendaciones de tratamiento se basan en dos factores principales:
Los gliomas se agrupan según el aspecto que tienen cuando se analizan con el microscopio. Cuanto más anormal sea una célula, más alto será el grado asignado. Los tumores de grado I y II se consideran gliomas de grado bajo. Las células tienen el aspecto de las células normales y crecen más lentamente. Los tumores de grado III y IV se consideran gliomas de grado alto. Son agresivos y crecen rápidamente y pueden diseminarse en todo el cerebro.
Según estudios realizados en autopsias o biopsias obtenidas en el momento del diagnóstico, los tumores GPID generalmente son de grado alto. Sin embargo, en raras ocasiones, el GPID puede aparecer como un tumor de grado bajo (grado II).
Lamentablemente, no hay cura para el GPID en este momento. La supervivencia a largo plazo es poco común, menos del 10 % de los niños sobrevive más de 2 años después del diagnóstico. Puede haber un pronóstico un poco más favorable para los pacientes muy jóvenes (de 3 años o menores) y pacientes con una mayor duración de los síntomas que conllevan al diagnóstico. Los tumores del tronco encefálico difusos en pacientes con neurofibromatosis tipo 1 (NF1) también pueden tener un resultado más favorable. Sin embargo, se cree que la supervivencia a largo plazo en el GPID está generalmente asociada con características atípicas o con un diagnóstico incorrecto.
El GPID es un cáncer muy agresivo y actualmente el estándar de atención se limita a la radioterapia.
Una serie de ensayos clínicos están en curso para explorar las terapias que pueden mejorar los resultados para pacientes con GPID.
El GPID es progresivo y los síntomas empeoran con el tiempo. Las familias deben hablar con su equipo de atención sobre los problemas que pueden esperarse y las maneras de ayudar a controlarlos. Los medicamentos pueden ayudar a controlar el dolor, las náuseas y los vómitos, y otros síntomas. Los medicamentos corticoides se usan generalmente en el diagnóstico y con la progresión del tumor para ayudar a disminuir la gravedad de los síntomas neurológicos.
Entre los síntomas comunes de los estadios tardíos del GPID se encuentran:
Debido al mal pronóstico del GPID, el debate sobre los objetivos de la terapia y la calidad de la atención en la etapa final de la vida es sumamente importante. Este debate debe comenzar al inicio del proceso de atención y los objetivos de la atención deben evolucionar con el transcurso de la enfermedad y el tratamiento de acuerdo con las necesidades cambiantes del paciente y de la familia. Incorporar cuidados paliativos o servicios de calidad de vida puede ayudar a los pacientes y las familias a controlar los síntomas, promover la calidad de vida y tomar decisiones sobre la atención.
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Revisado: Junio de 2018